La semana pasada
murió Ana González, bautizada "la Pasionaria chilena". Fue una de las
activistas de derechos humanos de mayor simbolismo de la historia reciente de
Chile. Pasó toda su vida a buscar lo que pasó a los miembros de su familia (su
esposo, dos de sus hijos y su nuera) que desaparecieron en 1976, pero también lo
que pasó a todos los otros desaparecidos chilenos con la Agrupación de
Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), un organismo que reúne a los
familiares de los detenidos desaparecidos, durante la Dictadura Militar en
Chile.
Los últimos días de Ana González, la incansable mujer que murió buscando
Autor: Michel Nahas
Vie 26 Oct 2018
| 01:25 pm
La muerte de la emblemática dirigenta (93 años) de la
Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos sorprendió al mundo de los
derechos humanos. Su legado deja en el recuerdo el dolor que sufrió en 1976
producto del asesinato de su marido, dos de sus hijos y su nuera que estaba
embarazada. Desde ese día, Ana entendió que no dejaría de luchar.
“Mi abuela Ana está internada, en urgencia, y como no hay
camas la dejan hospitalizada en la camilla de la ambulancia. Por la cresta,
cero dignidad para nuestros viejos …”, fueron las desesperadas palabras de
Lorena Díaz, nieta de Ana González (93 años), la histórica dirigente de la
Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos. Algunas horas después, el
mundo se enteraría de la muerte de la mujer que dedicó más de cuatro décadas a
la defensa de los derechos humanos.
Oriunda de Tocopilla le tocó resistir a uno de los episodios
más crueles ocurridos durante los años de Pinochet. El 29 de abril de 1976,
agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (Dina) detuvo a dos de sus
hijos, Luis Emilio y Manuel, a su nuera Nalvia, esposa del mayor y quien se
encontraba embarazada en ese momento, y al día siguiente a su marido, Manuel
Recabarren. Ninguno de ellos volvió con vida.
Ese cruel golpe no amilanó su decisión de seguir luchando
contra el gobierno. Un año antes ya había participado en la fundación de la
Agrupación de Detenidos Desaparecidos y tras un periodo de exilio, dedicó sus
días a exigir la defensa de los derechos humanos en el país.
Imborrable fue la carta abierta que en 2007 le escribió al
entonces comandante en jefe del Ejército, Juan Emilio Cheyre, donde le pide que
esa institución entregue información sobre el destino de los desaparecidos
durante el régimen militar. “Cuando niña, aprendiendo de nuestra historia
patria, se me grabó el gesto del Almirante Miguel Grau, al devolver a la viuda
de nuestro héroe Arturo Prat, sus cartas y pertenencias. Qué nobleza, y era el
enemigo. ¿Por qué a nosotros no nos devuelven los huesos de nuestros amados,
chilenos que fueron masacrados por otros chilenos? Le aseguro que el país
avanzaría por el camino del honor, la grandeza y la recuperación de su salud
mental. Me niego, como ciudadana de este país, a que tanto crimen siga en la impunidad,
a que nuestro dolor siga ignorándose y se nos niegue lo más elemental: Verdad y
Justicia, nada más pero nada menos. En Santiago, a 19 días del mes de Abril de
2007, a tres días de cumplirse el 31 aniversario de la detención y desaparición
de los míos”, decía González en uno de los párrafos de aquella misiva.
Pese todo el dolor que cargaba, Ana González nunca escondió
una sonrisa para quien buscaban en su compañía un gesto de apoyo. “Siempre
estuvo presente, irradiaba mucha esperanza, mucho cariño, a pesar de la
tragedia que tenía como persona”, recuerda Alicia Lira, presidenta de la
Agrupación de Familiares Ejecutados Políticos (Afep).
La directora del INDH, Consuelo Contreras, destacó el legado
que deja la ex dirigenta. “Reconocemos
en Ana González los más altos valores como son la dignidad humana, el amor y la
solidaridad con las miles de víctimas de la dictadura. Dedicó su vida para
conocer la verdad y para no dejar impunes los crímenes de los que fue víctima
en carne propia. Como INDH sentimos profundamente su partida y reconocemos su
legado”.
Sin cama
En diciembre de 2016, Ana fue internada en el Hospital San
José por una insuficiencia respiratoria. Desde entonces su salud fue un motivo
de preocupación constante.
“Recuerdo haber estado unos meses atrás en su casa, seguía
siendo la misma luchadora inclaudicable en búsqueda de la verdad y la
justicia”, añade Lira. Pero no estaba bien.
Anoche se produjo la última crisis. La familia la trasladó
inicialmente al Hospital Barros Luco, donde no encontró cama disponible.
Posteriormente y tras una atención en urgencia, debieron volver a casa, como lo
detalló su nieta en redes sociales. “Luego de eternas horas de espera en
urgencia acaba de ingresar a hospitalización. Dentro de todo está bien. Gracias
por el cariño, la fuerza y la preocupación por ella”. Horas más tarde,
precisaría que ya estaban en casa. “esperando hospitalizarla otra vez”. Después
de eso llegó al Hospital San José, donde falleció finalmente.
Desde la familia informaron que el velatorio tendrá lugar en
la casa de la ex dirigente, en el paradero 16 de Santa Rosa.
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